UNA FOTO NO CONGELA LA VIDA
Cuando sacamos una foto a una persona o a una escena, retenemos en la película esa situación, pero la vida sigue su curso. Si el fotografiado fue un niño, 30 años después ya será un hombre, tal vez con el cabello entrecano, barba, etc., y la fotografía solo será un recuerdo de un momento. Ahora traslade este ejemplo sencillo y obvio de la foto a lo que sus ojos ven todos los días. Todo, pero todo lo que ve, tanto lo bueno como lo malo, es parte del presente, del "aquí y ahora", pero nada indica que permanezca así eternamente, es más, se encuentra en plena evolución, aunque no nos demos cuenta. Muchas veces pensamos y decimos que el país y el mundo no cambiarán, que los males de estos tiempos seguirán por siempre, y es entendible que lo sintamos así, pues las imágenes y sensaciones que recibimos son muy fuertes, por ser actuales; pero la historia marca que hasta lo que parecía más inmutable y sólido un día se esfumó. Piense en dos situaciones grandes: la Unión Soviética y el muro de Berlín. Cualquier persona que encuestáramos en los '70 sobre el fin del imperio soviético y la división de las Alemanias hubiera puesto en duda nuestra cordura, sin embargo hoy nadie duda que esto sucedió y que Rusia y las demás naciones ex-soviéticas, junto con Alemania unificada existen como tales. Teniendo en cuenta esto, podemos guardar en nuestro corazón un espacio para la esperanza en cuanto a que un día tendremos un mundo mejor, que hasta lo menos esperable (por bueno) puede suceder. Recreémonos en lo que nos toca protagonizar todos los días, pensemos en nuestro futuro libremente, sin autolimitarnos, luego encontraremos límites en la acción, no nos limitemos al pensar y tengamos la íntima convicción de que todo puede cambiar. De lo contrario será como tener en nuestra mano la foto de ese niño, creyendo que sigue con esa apariencia física y no reconocer al adulto que es hoy por más que esté parado delante nuestro.






























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