*** Cómo Publicar Tus Cuentos***

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domingo, 4 de marzo de 2007

PESTIN

-"Si cruzas, puede que no volvamos a vernos" - decía Migus, mientras esperaba que mis pasos tomaran la decisión...
La noche anterior había encarnado de una mágica y espontánea luz que no cesaba de irradiar con su energía intransitaria. Quizá la luz del fuego de una chimenea igualara el ímpetu de aquella luz que, ante la oscuridad del cielo, resplandecía sobre la ciudad de Pestin.
Por aquellos días, los pequeños y diminutos personajillos que habitaban los rincones de Pestin, habían desaparecido, mejor dicho, se los había tragado la tierra. Era como si algo que quedaba envuelto en un misterioso y, a la vez, repugnante secreto, hubiera hecho que las resacosas piernas de los duendecillos se hubiesen transformado en ágiles para escapar de la ciudad. Esa encantadora luz que aquella noche apareció, creo yo, que algo tuvo que ver para que nadie pudiera, a la mañana siguiente, despertar el ánimo de la ciudad.
Mientras mis dudas de duende se hacían en mi cabeza, como se hace la escarcha en la mañana, el temor de averiguar de dónde podía provenir mi ser, también se acrecentaba. A veces las personas no creen en nosotros, dudan de nuestra credibilidad. Pero yo, al igual que el resto de los ciudadanos de Pestin, los cuales me han dejado sola, somos unos seres diminutos que habitamos en este maravilloso paraje que la naturaleza hizo a bienestar nuestro. Somos unos duendecillos pacíficos…., bueno, a excepción de Migus que, a veces, se pasa el día gruñendo y poniendo trabas a la convivencia. Pero a pesar de todo lo dicho anteriormente, ya nada sé de Migus ni de nadie "semejante" a mí," con esto quiero decir, "de mi misma apariencia, raza o aspecto". ¿Dónde se han marchado todos?, ¿Hacía dónde han ido?. Todo esto me preguntaba yo, y si tendría algo que ver con la maravillosa luz, y extraña a la vez, que envolvió a Pestin los días sucedidos. Al ver lo ocurrido, me embargó el razonamiento de si yo debiera ser un ente elegido, o por qué no, un ser excluido. No podía quedarme quieta y ver como todos habían desaparecido ante mí como si nada. Yo debía buscar una razón, un porqué, al igual que la curiosidad invade a un niño. Empecé por recordar qué hechos extraños o fuera de lo común sucedieron los días anteriores, hasta la noche pasada, que fue el ultimo momento en el que vi a un semejante mío. Mis ojos, aquella noche, se volvieron de color amarillento, yo pensé que se trataba de algo que había comido en la cena pasada pero quizá, la famosa luz quería dejar su encantamiento en la persona que dentro de mí se escondía. El Sol no quería madrugar a la mañana siguiente y mis pupilas, no obstante, ansiaban abrirse como dos paracaídas bajo dos nubes. - ¿Por qué no? - me decía mi corazón…
Bajo dos ramas ecuestres esperaba traslucir el sonido de la escarcha pero el perezoso Sol, que dormía, daba su revoleo a la mañana. Entonces, yo que pensaba en mis amiguitos que dormían, o yo así lo creía, pues ya era demasiado tarde, imaginé despertar sus ánimos con mi inusitada canción de siempre… Entonces surgió de la nada una sombra encarnecida en llamas y el susurro de su voz diciéndome:
"Si cruzas, puede que no volvamos a vernos…"
Era la voz de mi mejor amigo, Migus, que aún sin ver su reflejo fiel, sabía que era él, que me alertaba de algún peligro y tal vez me descifraba el secreto de su ausencia y la de los demás…
Cómo buena duende, y buena amiga, obedecí sus palabras silenciosas y me quedé esperando a que el día volviera a recibirme con una nueva visión de mi tierra, Pestin, y…¿quién sabe?, Tal vez, ellos, los habitantes que poblaban sus colinas, volvieran a iluminarme con sus siluetas diminutas…
FIN.

Chare (R. S. G.)

1 comentario:

Rosario dijo...

Muchas gracias por agregar mi humilde cuento :)

Soy Chare, de España. Mando un abrazo muy fuerte a los lectores y un abrazo al editor del blog

Buenas noches

Chare.