EL LAGO
EL LAGOLa niña encuentra la carnada, la coloca en ... La niña encuentra la carnada, la coloca en la caña de pescar y la hunde en el río, negro y sucio. Mientras espera que caiga la presa, lee un libro de figuritas. El chapotear del agua le avisa que la carnada ha sido digerida; grita a sus padres: “A picado, ayuda, por favor”. Los dos ancianos acuden presurosos, venciendo su extrema vejez. Él toma la caña y las dos mujeres le jalan de la espalda.
—¡Es enorme! —dice el anciano—, ¡jalen, jalen con fuerza!
Con mucho esfuerzo logran sacar del agua al hermoso espécimen: rubio, de ojos verdes, cabello castaño, con la piel sucia pero tersa y joven. En lugar de llorar, pelea por su vida.
La niña le corta la yugular, dichosa y saltando de alegría por el hallazgo. Los últimos estertores los da la presa con una fuerza tremenda, tanto que hace volar unos metros de distancia al anciano.
Finalmente, muere; los poros de su piel se abren y expulsan un líquido verde oliva. Expide un olor a incienso y tierra mojada.
—Vamos a freírlo, rápido, que la esencia se pierde sin el contacto con el agua —grita la vieja, su rostro, como una pasa, dibuja una mueca de premura y alarma.
—Deprisa, deprisa —dice la niña— con éste podrán rejuvenecer por lo menos diez años.
Los viejos se abrazan, temblorosos por la acumulación de décadas y por el intenso dolor de huesos, mientras tanto la niña recoge su librito y continúa la amena lectura, sentada bajo un árbol de cerezo.
Ecuador
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