EL PRIMERIZO
Los policías fingieron seriedad, aunque algunos sonrieron por el espectáculo: los cuerpos desnudos de los más de diez jóvenes formaban un lienzo heterogéneo y multicolor: había pieles blancas, amarillas, negras y albinas. Los ojos se posaban con insistencia en las figuras esbeltas de las chicas, delgadas y atractivas. Uno que otro de los representantes de la ley también observó con atención a los hombres del grupo.
La dueña del terreno miraba con enojo y exigía a los policías que arresten a los desvergonzados que se dedicaban a realizar orgías en su terreno, aprovechando la suavidad del césped, la sombra de los altos árboles y la compañía de monos, loros, gansos y caballos, que convertía el ejercicio sexual en una aventura exótica y sensual. Los policías subieron a los irresponsables al camión y se dirigieron a la comisaría, mas, a medio camino, el camión se detuvo. dijo en tono serio el jefe de los policías. -¿Cuál de ustedes va a pagar el “peaje” en esta ocasión? -Todos dirigieron la mirada al albino, era su primera vez; el joven movió la cabeza afirmativamente, pues creyó que la autoridad quería un monto de dinero para dejarlos en libertad. Muy tarde, mientras veía cómo sus amigos se internaban en el bosque, cantando y riendo, se percató de que el pago no era en efectivo.
Juan Secaira V.
Ecuador
2 comentarios:
Muy bueno el cuento. No me imagine en ningún momento el final.
Saludos!
gracias kero, hay finales que son terribles y dolorosos. un abrazo, juan
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