EL MONARCA
Dio a conocer tres decretos:
Primero, prohibía que la gente siga cualquier costumbre venida del extranjero, so pena de morir en el acto.
Segundo, prohibía cualquier manifestación pública que se relacione con el arte o la literatura, so pena del destierro inmediato para quien lo hiciere.
Tercero, al hombre o a la mujer que fuere sorprendido en adulterio, se le castigaría a ser enterrado vivo... o viva.
El monarca también informó que para verificar que se cumpla su voluntad había contratado una asesoría extranjera, funcionarios que se asegurarían de castigar a los que infringieran los decretos.
Después de una semana, los asesores abandonaron el palacio.
Cuando el rey se disponía a salir al balcón, miró a su alrededor, se encontraba totalmente solo, su séquito estaba enterrado, exiliado o muerto; abajo, los asesores y el pueblo esperaban, espada en mano, que se haga visible el único que faltaba en la lista.
Ecuador
No hay comentarios:
Publicar un comentario