EL CHAL
La mujer intentó ponérselo, pero no pudo. La fuerza desgarradora de la prenda asfixió su tímido corazón.
Hasta que un día, presa de una frustración que jamás había sentido, Malena se lo puso por primera vez.
En esos minutos, el peso de la tradición recayó sobre ella. Todas las matronas de la familia lo habían usado para gobernar en esas tierras. Ahí mismo juró cambiar y hacerse cargo de la hacienda: nunca más un robo de sus empleados, nunca más un irrespeto a "esa loca", nunca más un golpe de Luis, su marido.
Sin embargo, al siguiente día todo siguió igual. Transcurrió una semana.
Una tarde los trabajadores encontraron el cadáver de Malena, tendido en el piso y cobijado por el chal. Nadie lloró en ese momento. Lo hicieron después, cuando se enteraron de que "la loca" había donado todas sus propiedades a
Por Juan Secaira
Ecuador
2 comentarios:
Los prejuicios son producto de nuestras limitacines, siemnpre buscamos solucines màgicas, cuando la soluciòn la tenemos en nuestras propias manos.
Muy bien primo sigue adelante.
Luis Felipe
Gracias: precisamente la idea de estos cuentos es darle la posiblidad al lector para que los interprete, basado, lógicamente, en lo que dice el texto. Y hay varias pistas por ahí.
Y es verdad,los prejuicios denotan una violencia y una ignorancia, lastimosamente todavía enquistadas en nuestras sociedades.
Un abrazo y nuevamente gracias
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