UNA NUEVA NARIZ
Asustado, trató de tomarlo para tirarlo lejos pero sintió tanto dolor que desistió de su intento. Le costaba respirar y tuvo que hacerlo por la boca. La sensación que experimentaba era tan nueva como aterradora. Ese bicho estaba pegado a su piel, como alguna vez lo estuvo su nariz. ¿Qué había pasado?
No tenía nadie a quien preguntarle. Hacía demasiado tiempo que vivía solo en lo más alto de la colina verde y nadie llegaría por allá con ese invierno tan lluvioso.
Se sentó sobre una piedra y empezó a reflexionar dentro de sus escasos conocimientos intentando explicarse lo que le estaba sucediendo. Quizás era un virus, como decía su hijo cuando lo visitaba y le hablaba de la capital. Quizás era una mutación, como había leído alguna vez en una revista Muy interesante. Quizás era una simbiosis como la del paguro y la actinia que alguna vez estudió en el colegio hace mil años.
Fuera lo que fuera no sabía cómo solucionarlo.
Entró a la cocina y buscó algo con qué alimentar a su nueva nariz. No fuera a ser cosa que le diera hambre y empezara a comérselo.
Santiago de Chile
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