EL DILUVIO
Cuando el agua ya le llegaba a los tobillos, apareció alguien en un carro para ayudarlo. Pero El no aceptó marcharse pues la misericordia de Dios era mucho más grande y lo salvaría. Cuando el agua le llegaba al cuello, un barco fue en su búsqueda para salvarlo. Pero de nuevo rehusó irse alegando que la misericordia de Dios era infinita.
Estando el agua a punto de tapar la iglesia, el sacerdote no tuvo otro remedio que colgarse de la torre de esta. Entonces, apareció un helicóptero para rescatarlo. Y de nuevo, se negó a marcharse diciendo: “Confío en la misericordia de Dios, El me protegerá”.
Estando en las puertas del cielo frente a Dios, con suma indignación, le reclamó: “¿Padre Santo, Por qué me has dejado ahogar si yo tenía tanta confianza en Ti y que me salvarías, ¡es que no miras la fe de tus hijos!? Dios le contestó: “¡Te envié un carro, un barco y un helicóptero!. ¿Y aún dices que Dios no ve la fe de sus hijos?
Si usted hace lo erróneo y trata de probar que está en lo correcto,
el tiempo se reirá de su estupidez.
Somos libres para decidir qué hacer con nuestras vidas.
El Padre Supremo sólo puede enseñarnos la mejor manera de utilizarla.
Esa es su misericordia.
Dios propone y el hombre dispone.
bkjavier@gmail.com
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